Mario Alejandro Valencia
Pero con el paso del tiempo ha proliferado un capitalismo diferente, de poco esfuerzo e interacción en la creación de riqueza, parasitario, que da paso a un crecimiento nocivo.
Como se sabe, y repetir es un ejercicio pedagógico, Colombia es un país con grandes recursos biológicos, físicos, químicos y humanos, pero incapaz de generar conexión entre ellos para convertirlos en riqueza. Tenemos insumos con poca habilidad para usarlos y hacer que sus beneficios lleguen a la mayor parte de la población. Estamos rodeados de grandes posibilidades sin materializar y aunque sabemos qué hacer, no se logra convencer a la población en conjunto para actuar.
Lo más fácil es decir que es culpa de los gobiernos, y sí, por supuesto, porque su función constitucional es dirigir el Estado hacia el desarrollo o hacia el colapso social. Han sido muy efectivos en lo segundo. La riqueza es un proceso colectivo y la forma de organización para lograrlo también lo es. Buscar las razones culturales por los cuales no se consigue, es una explicación apropiada en la que no se piensa ingenuamente que la solución está en una persona con ideas brillantes. Miremos.
La riqueza y la prosperidad son perfectamente válidas, naturales y ancestrales. Las comunidades pre agrícolas ya conocían y practicaban el concepto del prestigio, con grandes festines en sus tribus para mostrar abundancia frente a las tribus vecinas. La discusión no es si se debe eliminar o alimentar esta ambición, sino que para lograrla, históricamente, se ha necesitado el trabajo en equipo, poner de acuerdo a personas que no piensan igual y tener un propósito colectivo más grande que comprarse un yate. Por eso las sociedades más ricas tienen planificación política y económica, que involucra a la sociedad civil y la inversión privada, porque comprenden que el desarrollo no es la sumatoria de emprendimientos individuales.
El problema no es de compresión, sino de gestión. Contrario a lo anterior, culturalmente en Colombia se ha arraigado el pensamiento de que un camino expedito para obtener riqueza individual es la captura del gobierno. Allí está en buena medida el obstáculo para la riqueza colectiva, porque la única forma de hacerse rico desde la política es a través de la corrupción, un sistema con grandes réditos personales a un costo social muy alto. Entre más personas se vinculen a la política con la intención de hacerse ricas, más lejos está el bienestar social, porque no hay incentivos para adoptar planes que permitan propiciar otras fuentes de riqueza y distribución.
El proceso es el siguiente: una persona llega a un cargo público, con la posibilidad de acceder a un presupuesto más grande que el de cualquier empresa individual. El presupuesto por sí mismo no es creación de riqueza, sino la acumulación de impuestos y deuda, que provienen de la riqueza generada por el resto de la sociedad. El objetivo de la corrupción consiste en hacer negocios que permitan apropiarse individualmente de una parte de ese presupuesto. Así las cosas, hacerse rico con el Estado es una trampa que captura recursos que podrían ser usados para invertir productivamente.
Producir riqueza es más complejo que tener una estrategia para ganar elecciones o hacerse a un cargo en donde el dinero ya está allí. Requiere tener una idea, buscar el capital, conseguir a los proveedores, comprar las materias primas y las máquinas, ubicarse físicamente en una fábrica o cultivo, contratar la mano de obra y conquistar a los compradores. Cada uno de estos pasos es en sí mismo un encadenamiento productivo en el que se vas agregando valor. Del resultado exitoso desde la idea hasta la venta es que surge el concepto económico de creación, diferente al de comprar elecciones y robarse el presupuesto.
Por ende, el cambio es cultural en primer lugar: modificar la idea de funcionarios públicos ricos, ostentosos, presuntuosos y presumidos, que se han ubicado déspotamente por encima de la sociedad, no al servicio de la misma. No sirven a su pueblo, viven de él, succionando sus capacidades. Por eso, muchas empresas prefieren cerrar o irse del país, a lugares en donde los políticos no tienen posibilidad de ser asquerosamente más ricos que el empresariado.
Buscar hacerse rico es válido e incluso deseable, pero como dijo Pepe Mujica, “al que le guste mucho la plata hay que meterlo en el comercio, en la industria, donde se multiplica la riqueza. En la aventura del riesgo empresarial, pero no en la política”. El reto de nuestro país es tener una sociedad rica, no políticos ricos.
Publicado originalmente en Portal Más Colombia : https://mascolombia.com/hacerse-rico-con-el-estado-es-un-problema/